
Al borde del ataque de nervios, me tomo un sorbito de cerveza tranquilo en casa, como me gusta a mi ver el futbol, y cierro por un instante los ojos, y en ese momento recuerdo el partido que he tenido la oportunidad de ver ese mismo sábado pero a las cuatro de la tarde, donde los benjamines caravaqueños se enfrentan a sus homólogos muleños, con el liderato del grupo en la cabeza, y vaya con los chicos, han hecho, sin duda alguna el mejor partido desde que empezó el campeonato: tensión, entradas, triangulaciones, paradones de los porteros, protestas al árbitro, vamos de todo.
Futbol en estado puro, futbol por pasión, por entrega y sobre todo por afición, el futbol que todos siempre hemos querido y defendido (algunos con más fuerza que otros), que nos lleva a los orígenes de un deporte que cada vez más está influenciado por la televisión, y sobre todo por el dinero.
Vuelvo a abrir los ojos y España ya ha perdido definitivamente con Inglaterra, pero en mi cabeza ya no hay nervios ni tensión, hoy he visto fútbol, un gran partido de fútbol, pero ha sido a las cuatro y en el Fco. Fernández Torralba, no en Wembley.
Por cierto, uno cero para los locales, pero eso es lo de menos.
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